Un nuevo año, cumpleaños o aniversario es siempre una nueva oportunidad para trazar metas, objetivos y redireccionar el rumbo de nuestra vida. Incluso cada noche morimos y volvemos a nacer a la luz del día, brindándonos el universo infinitas oportunidades para enrumbar hacia lo mejor de nosotros, para recorrer el DO.
Somos hijos del pasado, pero es en el presente donde construimos nuestro futuro y tenemos la potestad de diseñar nuestro destino y caminar nuestro sendero.
Cada pensamiento es simiente de acción, cada emoción genera una reacción. Somos un dínamo en constante movimiento generando acciones y reacciones, bandong ryoks que a nivel espiritual se convierten en nuestro karma. Sembramos lo que cosechamos y ahí reside nuestra gran responsabilidad y nuestra gran oportunidad. Cuando tomamos la batuta de nuestro destino podemos llevar también con nosotros a quienes nos rodean. A través de la enseñanza y de los pensamientos positivos nos convertimos en faroles de luz, iluminando nuestro entorno y sintonizándonos con lo bueno y lo noble. Lo mejor de nosotros conecta con lo mejor del otro, orquestando la música divina que resuena en las estrellas. Estamos todos concatenados, no somos seres aislados, nuestras energías se entrelazan con la de nuestros hermanos. Debemos aprender a ver más allá de nuestros limitados cuerpos, de nuestros pensamientos limitantes. Cerrar los ojos y sentir cómo nuestra respiración es una con la respiración del universo. Cuando realizamos nuestra pequeñez y nos sentimos parte de algo mucho más grande, dejamos a un lado nuestros egoísmos y nos hacemos parte de un plan bastante más grande que el nuestro, sintiéndonos uno con el todo. Allí nuestros problemas se empequeñecen ante los problemas de los demás, ante las necesidades de la humanidad. Ser uno con el todo nos abre un mundo de posibilidades, un mundo de servicio y entrega que trasciende nuestra propia vida y que a su vez le otorga sentido.
Los invito a meditar, a orar, a sentirnos parte del todo, a trazarnos metas que trasciendan nuestros propios intereses y a pensar en el otro como parte nuestra.
Construyamos un mundo donde las diferencias se diluyan en la unidad interna. Busquemos la sincronía, amemos sin límites, empezando por los más cercanos.
Que la Luz del Cristo ilumine sus caminos en este nuevo año.
Con amor,
Sabum Viviana