El autocontrol es el cuarto
principio del Taekwon-Do. Se entiende como la capacidad de dominarse así mismo,
lo cual nos lleva nuevamente a la pregunta de quién soy yo o quién me domina. Como todos los principios, el autocontrol se
ancla en el yo interno, en el “yo soy yo”.
Mi cuerpo no me domina, mis emociones y pensamientos tampoco, yo soy el
dueño de mí mismo y yo construyo mi destino (filosofía de Juche, donde uno es
el dueño de su propio camino), y en la medida en que me conozco y me conduzco a
mí mismo, soy capaz de ponerme en el lugar del otro y no hacer nada que pudiera
dañar o lastimar a mi semejante.
En la práctica del Taekwon-Do
comenzamos de afuera hacia adentro. Dominando la forma aprendemos a dominar el
contenido. Las posturas, protocolos y
lineamientos de conducta dentro del Dojang, como no hablar u obedecer las
órdenes de inmediato, son el primer paso para el autocontrol. Antes de que uno pueda dominarse así mismo,
el Maestro se convierte en un dador de la disciplina, siendo un espejo que
refleja lo que el estudiante anhela alcanzar. El dominio del cuerpo, del
silencio (Mau-Sang) y de la respiración (Hohup Jojul), son el primer paso para
dominar las emociones. La concentración (Jip Joong) y la meditación (Muk Nyun) son
necesarias para comenzar a dominar los pensamientos. Los buenos amigos, los
lugares adecuados y el estudio, nos ayudan a sintonizarnos con energías
positivas y por ende, a manejar mejor nuestros pensamientos, palabras y
acciones.
“La energía sigue al pensamiento”, por lo tanto, el pensamiento es la simiente de nuestras acciones y reacciones. Un pensamiento positivo nos trae paz, tranquiliza las aguas de la conciencia, nos da claridad para discernir y tomar decisiones correctas.
“La energía sigue al pensamiento”, por lo tanto, el pensamiento es la simiente de nuestras acciones y reacciones. Un pensamiento positivo nos trae paz, tranquiliza las aguas de la conciencia, nos da claridad para discernir y tomar decisiones correctas.
El autocontrol también es
indispensable en el aprendizaje de las técnicas. Debemos controlarlas para
entrenar sin dañar a nuestro compañero, para ser justos a la hora de
enfrentarnos a una lucha real, para no dañarnos a nosotros mismos durante la
ejecución, para que nuestra técnica sea eficiente y estética, mostrando lo
mejor del arte que practicamos. El autocontrol sobre el temperamento es también
fundamental, sobre todo en un enfrentamiento. Solo la mente calma puede
garantizar lucidez en la lucha cuerpo a cuerpo.
Como todos los principios, el Guk
Gi debe ser interiorizado y puesto en práctica dentro y fuera del Dojang. El
autocontrol es necesario para tener rectas relaciones humanas, para pensar en
el otro antes de hablar o actuar, para trabajar en equipo respetando lugares,
espacios y roles, y para saber esperar.
El autocontrol implica también
analizar hacia dónde quiero caminar, cómo quiero ser. El Taekwon-Doísta trabaja
para no ser un barco a la deriva, sino un ser capaz de tomar resoluciones.
Muchas veces no podemos controlar el mundo o las situaciones que nos rodean,
pero lo que sí podemos controlar es cómo reaccionamos ante éstas. Como rezaba Sri Daya Mata, “no cambies las circunstancias de mi vida,
cámbiame a mí”. Esa transformación es posible cuando caminamos el Do a
conciencia, haciéndonos responsables de los pasos que damos, dejando de culpar
a otros, asumiendo nuestros errores y enmendándolos. Que al final de nuestros
días podamos decir que fuimos más fuertes que nuestros vicios, más fuertes que
las adversidades, y que fuimos hoy mejor que ayer.
No hay mayor adversario que uno mismo, ni mayor victoria que vencernos a nosotros mismos.
Taekwon!
No hay mayor adversario que uno mismo, ni mayor victoria que vencernos a nosotros mismos.
Taekwon!
Sabum Viviana Villamonte
V-Dan ITF
Perú