martes, 22 de marzo de 2016

DO

Si pudiéramos trazar una línea recta entre el yo consciente y Dios, tendríamos a DO, un camino de ascenso vertical e interior. Como Dios nos resulta abstracto, lo identificamos con los grandes maestros que nos muestran el camino.

El punto más elevado de Do que podemos vislumbrar son los principios, las leyes que rigen al espíritu, preceptos morales que podemos identificar y atraer a través de la disciplina, el estudio y el desapego, entre ellos: la voluntad, el amor y la sabiduría, virtudes que nos permiten acercarnos y conocer al Dios interno que mora en nosotros y que rige el universo entero, aquel en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.


Somos chispas divinas insertas en un cuerpo, pero nuestra chispa interior no conoce de limitaciones. Do es el despertar conciente, es llevar esa chispa divina al mar de conciencia cósmica, retornarla a la fuente inagotable de energía.

Hace poco me dijeron: "he leído muchos libros sobre el camino y mi vida sigue igual, por lo tanto eso no sirve". El estudio, las artes marciales y otras disciplinas son solo herramientas. Do no se realiza por estudiarlo o leerlo, Do no pertenece a la mente racional, Do pertenece a la mente intuitiva y al espíritu. Do no se recorre con teoría sino con vivencia. No hay Do sin valores morales, sin principios. Es imposible acercarse a Dios sin valores, porque lo semejante se asocia con lo semejante. Los valores son totalmente prácticos. La integridad es indispensable, la compasión inagotable.

Solo la suma de valores interiorizados pueden expresar Ki. Solo así se avanza en el Do, de lo contrario estamos dando vueltas en círculos.

Do implica sacrificio, disciplina, dharma, desapego y dolor. Sometiendo al yo inferior podemos escuchar a nuestro yo interior y el resultado de esa lucha es gozo, la felicidad que se eleva más allá de las cosas materiales y que busca el bienestar del otro.

No hay Do sin lealtad. Lealtad a los principios, lealtad al maestro, lealtad a uno mismo. Do se genera en una línea jerárquica de tradición, de maestro a discípulo, de yo interior a yo interior, de consciencia a consciencia, de alma a alma. Romper esa conexión es hacerse hara kiri, es salirse de su centro y desplazar el punto focal de su origen. El yo inferior no tiene la capacidad de vislumbrar el daño al que se somete cuando se sale de la línea.

Nuestro objetivo como seres humanos, como hijos de Dios, es caminar en el Do y trascender. Cuántas vidas demoremos está en nuestras manos. Se requiere entendimiento, clara visión, vocación, perseverancia y espíritu indomable.

Donde el espíritu prevalece, ahí está Do.

El Taekwon-Do es una de las herramientas más hermosas y completas que tiene la humanidad para caminar el Do. Aprovechémoslo al máximo. KangDo!

Viviana Villamonte Uriarte
IV-Dan ITF
Perú

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