domingo, 4 de septiembre de 2016

El DOjang

A la entrada de un callejón en Miraflores, de esos que están desapareciendo, esteras, triplay, calaminas y un tatami vieron nacer el Taekwon-Do ITF en el Perú. Era un local pequeño y humilde, donde cada gota de sudor significaba esfuerzo, pasión, dolor, sacrificio y mucha entrega.

Para ingresar, se tocaba la puerta en clave, casi como ingresando a una cámara secreta: ta tan, ta tan, ta tan, se abrían las puertas y se respiraba la mística del grupo, puesta a tono con la "excalibur" del Maestro.

Ahí el Maestro Deacon formaría a sus primeros discípulos. Quienes entrenamos en el Dojang de la calle Piura, siempre respiraremos la mística de esas cuatro paredes, conocedores de que sólo con dolor nace el máximo poder. Ahí se gestó el sueño del Instituto Peruano de Taekwon-Do Internacional (IPTI), que se hizo palpable cuando se colocó la primera piedra en el Dojang principal de Las Nazarenas, en Surco.

Cuatro años después, el Dojang del sótano recibió al General Choi Hong Hi, fundador del Taekwon-Do, junto con el Maestro Lu, en ese entonces VI-Dan. Al año siguiente, el Gran Maestro nos visitó nuevamente y con orgullo inauguró el Dojang principal, Dojang que fue visitado por los Maestros Choi Jung Hwa, Phap Lu, Cariati, Tran Trieu Quan, Palmisano, Sabalain, Puerto y tantos otros que nos honraron con su presencia.

El Dojang no se construyó de la noche a la mañana. Tardó años. Careció de techo durante mucho tiempo. Primero entrenamos sobre el cemento pintado de celeste. Más adelante adquirimos el tapizón con el que habían cubierto la cancha durante el concierto de Phil Collins, pues lo remataban. Luego de quitarle todos los chicles, colillas y demás, lo pegamos al cemento y con el tiempo descubrimos que el tapizón se recalentaba como una sartén con el sol. En ocasiones entrenábamos las exhibiciones dejando una bandeja de agua fuera, para poder correr a meter los pies y apagar el ardor luego del Tul o Matsogi.

Años después, el techo de tela que se colocaba, se convirtió en un techo aligerado y en lugar de tapizón se pudo poner parqué. Por supuesto que durante todos esos años andábamos llenos de ampollas en los piés. Tener ampollas era sinónimo de haber entrenado y era un orgullo llevarlas. Nada que alcohol yodado o kerosene no pudieran limpiar y curtir. Los pisos de mat moderno me hacen añorar la época de las ampollas y los nuevos estudiantes se pierden esa experiencia, que era parte de la vivencia y formación de carácter del artista marcial; felizmente, un buen Maestro tiene más de una manera de forjar el carácter.

Luego de más de veinte años de crecimiento constante, estamos viviendo una etapa de cambio. ¿Cómo entender este momento? Comprendiendo qué es el Dojang para el artista marcial.

El Dojang poco tiene que ver con un espacio físico, con un local o lugar. El Dojang es el lugar de entrenamiento del DO y el camino espiritual nos enseña que el mundo material es impermanente, perecedero, que la única constante es el cambio y lo único que permanece inamovible es el espíritu. El Dojang está donde está el caminante del Do.

Personalmente he enseñado muchos años en Las Nazarenas, luego en mi pequeño garage, en mi sala, en la azotea, en clubs, en el parque, en nidos y colegios, y todos han sido el Dojang. La escuela está donde está el Maestro y dónde el discípulo quiere aprender.

Resulta lindo entrenar en un lugar idóneo, pero resulta más enriquecedor hacer de todo lugar el Dojang.

Cada experiencia en la vida es una oportunidad para aprender. El momento actual nos pone a prueba y como toda prueba, nos demuestra de qué estamos hechos, tanto de manera individual como grupal.

Quien entiende el arte marcial tradicional se adecuará a las circunstancias sin chistar y aprenderá y será partícipe de este momento que nos curte, nos forja y nos nutre, moldeando nuestro carácter y sorteando las dificultades como guerreros del Do. Después de todo, es por eso que un alumno inicia la práctica del arte marcial, porque él o sus padres buscan disciplina, valores, principios, fortaleza, una formación para la vida, y ninguna de estas cosas se consigue con un camino fácil, sería imposible.

Así como una casa bonita no significa que exista un hogar, un local idóneo no implica que haya un Dojang. Un hogar son los lazos familiares, unidos por historia, amor y mucha entrega, sin importar el lugar donde residan; un Dojang es tradición, sabiduría, sacrificio, valores, SajejiDo, sin importar si es de esteras o de concreto, grande o pequeño. El Dojang es el mundo entero, simbolizado en el mundo interno del auténtico estudiante.

Seamos auténticos, seamos Hwarangs y gritemos: Pil Sung! Certera Victoria!, sea cual sea el lugar donde nos ponga la vida. Ese lugar será nuestro Dojang.

Taekwon!

Sabum Viviana Villamonte
V-Dan ITF

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